jueves, 16 de abril de 2020

TODOS LOS GOBIERNOS ERAN KEYNESIANOS



John Maynard Keynes (foto, William Collins)


El Fondo Monetario Internacional ha emitido un informe de emergencia sobre la crisis del coronavirus. En sustancia, según leo en el editorial de El País de hoy, después del desastre sanitario nos espera una severa crisis económica, difícil de cuantificar sin embargo debido a la “extrema incertidumbre”.

Mi abuela Pilar expresaba la misma idea compleja más a la pata la llana: “Siempre llueve sobre mojado”, decía. Mi abuela no habría hecho mal papel entre las jerarquías del FMI. ¿Qué podemos esperar de los próximos meses, del año que viene?, le preguntaríamos. Y ella alzaría los ojos al cielo en busca de inspiración: “Lo que sea sonará.”

Conforta mucho tener una abuela en el FMI.

Una frase me llama la atención en el informe de los expertos monetarios mundiales: «En situaciones de emergencia todos los Gobiernos son keynesianos, para salvar a las personas, a las empresas o a ambos.»

Mira por dónde. Mi abuela Pilar habría comentado esa afirmación con una risita: “Vaya, donde dije digo, digo Diego.”

Un hilo sutil enlaza la Covid con el desastre de Lehman Brothers. Aquel fue un virus bancario, este es biológico. Las medidas “imprescindibles” que se tomaron para atajar el primero han resultado letales cuando ha aparecido el segundo. Entonces se afirmó que era imperativo el adelgazamiento, casi la invisibilidad, del Estado. Hacía falta soltar todo el lastre posible y controlar con rigor la deuda pública. Desde las instancias supranacionales, léase troicas, se vigiló con severidad el cumplimiento de esa norma, elevada a precepto constitucional incluso. En el lastre soltado se incluyeron recortes drásticos en sanidad, educación, cultura y otras chucherías del espíritu. Había para ello tres argumentos irrebatibles. Primero, los algoritmos y el big data del Mercado lo preveían todo con su sabiduría infinita; segundo, estábamos situados en el fin de la Historia, nada inesperado podía ya ocurrir; tercero, TINA, There Is No Alternative, y el keynesianismo era en ese sentido la peor especie concebible de populismo, por no decir de chavismo.

La canción ha cambiado. Parece que nuestra deuda pública crecerá al 115% y nadie lo considera una mala noticia. En unas semanas tendremos en el país una renta mínima en marcha. Isabel Díaz Ayuso se ha envainado su programa estrella de rebajar impuestos en la Comunidad de Madrid, aquel “modelo de éxito”, ¿recuerdan?

Más aún, el bombardeo masivo de fakes para torcer la opinión está teniendo un resultado pírrico: el CIS constata que el 90% de los españoles respalda las medidas del gobierno Sánchez para hacer frente a la emergencia, y más de la mitad cree que Casado, en su lugar, estaría haciendo lo mismo.

Lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que todos los políticos sean iguales. Esa afirmación corresponde a un paradigma anterior, justamente el que nos ha traído a esta situación lamentable.