jueves, 21 de mayo de 2020

ALGO ESTÁ HACIENDO BIEN ESTE GOBIERNO



Tareas agrícolas.


De pronto la mayoría silenciosa está en un grito. Es un escándalo cómo se comporta el gobierno, oigan, es preciso pararle los pies como sea. El Ministerio de Trabajo, por ejemplo, ha pasado a Inspección una orden para que investigue posibles situaciones de esclavitud en las faenas agrícolas. Las patronales agrarias han reaccionado pidiendo la dimisión de la ministra. Esto es lo que ha dicho ASAJA: se trata de planteamientos «inaceptables y propios de alguien que obra de mala fe movida por un sectarismo ideológico inadmisible y un desconocimiento absoluto de la realidad, que le hacen estar incapacitada para desempeñar sus funciones de ministra.»

Y sin embargo, situaciones de trabajo esclavo en condiciones inaceptables e indecentes, haberlas haylas. Pueden encontrar una información más amplia sobre el tema del llamado “caporalato”, y sobre su presencia indeseada en países avanzados de tradiciones democráticas fuera de toda duda, en el siempre instructivo blog “Según Baylos”.

Algunos ven la botella medio vacía cuando el gobierno advierte de que su acuerdo con Bildu no implica la derogación in toto de la reforma laboral. Sí, la derogación no va a ser total y de un solo plumazo, pero la institución de los ERTEs, y el hecho de que ya no sean una medida de excepción sino un mecanismo institucional que va a mantenerse en las relaciones laborales desplazando a los EREs, mucho más descarnados y unilaterales, significa que se están derogando ya aspectos fundamentales de la reforma laboral.

Y ahora se ordena además investigar el caporalato. Y la aprobación de una renta mínima es inminente. Y se están canalizando ayudas adecuadas a los autónomos.

«A muchos no les están llegando», se quejan los inevitables cuñaos. Cierto, pero a otros sí les han llegado. ¿Cuántos autónomos recibieron ayudas o compensaciones bajo el imperio de la reforma laboral de Zapatero, y de la de Rajoy que vino luego a terminar de arrasar el panorama de los derechos laborales? Quienes no han recibido aún la ayuda prometida tienen derecho a reclamarla. Antes no había ni ayudas ni posibilidad de reclamarlas.

Algo se está haciendo bien.

Se ha presentado en el consejo de ministros una ley de transición ecológica. La descarbonización de la economía supondrá, no solo una mayor sostenibilidad, sino la creación de cientos de miles de puestos de trabajo. «¿Dónde están, que no los veo?», reclaman de inmediato nuestros cuñaos de la izquierda.

Llegarán, sin embargo, si avanza como es de desear el programa del gobierno. Nadie ha dicho que vaya a ser fácil. Existen muchos intereses creados alineados en su contra. Y existe en el pueblo llano un cierto poso de rencor hacia este gobierno en concreto por pintarnos las cosas difíciles, por no sacar de la chistera maravillosos conejos blancos que acaben de forma instantánea con nuestras preocupaciones íntimas.

Rajoy se comportaba de otro modo. No hacía nada, siempre prefirió “estar” en los sitios antes que “hacer” cosas. El balance legislativo de su etapa es peor que pobre. Pero acostumbró a la gente abrumada por las dificultades a no esperar nada del gobierno, y buscarse la vida por su cuenta.

Ahora este gobierno está devolviendo a la gente el derecho a la esperanza, y el derecho a reclamar. La Comunidad de Madrid va a llevar ─parece ser─ al Constitucional la negativa de los expertos a cambiarle ya la fase de desescalada. Bueno, los desplantes pintureros siempre han sido un adorno propio de la España cañí.

Gabriel Rufián, rizando el rizo de lo difícilmente concebible, ha argumentado la negativa de su grupo a la propuesta de alargar el confinamiento, diciendo que este gobierno se está echando en brazos de la derecha. En brazos de Ciudadanos, ha querido decir, y ocurre precisamente lo contrario: es Arrimadas quien se ha arrimado al gobierno. La formación de Rufián, demasiado obnubilada por sus grandiosas expectativas electorales, debería recapacitar sobre su falta de orientación en el laberinto español. La desbordada explosión de alegría del vicario Torra al constatar la “unidad” de las fuerzas independentistas en este trance podría darle alguna pista sobre la metedura de pata, la enésima, que acaba de protagonizar.

El eje sobre el que va a girar la política catalana en adelante ya no va a ser la quimera prusesista, sino la recuperación y rectificación de una economía de las personas y para las personas, tal como la está proponiendo el gobierno progresista de España.

Al cual se critica desde todos los puntos de la rosa de los vientos de la política. Pero que algo, lo que se dice algo, está haciendo bien.