Maléfica (imagen, Disney Wiki)
Le Temps ne fait rien à l’affaire,
quand on est con, on est con.
Georges Brassens
La edad no tiene
importancia, decía Brassens en una canción. Se puede ser igual de gilipollas (“con”; hay una equivalencia semántica
entre las dos expresiones, ya que no anatómica) a los veinte años o peinando
canas.
Tampoco el género
es relevante en esta cuestión. Lo ha demostrado ayer Laura Borràs, portavoz de
JxCat en el Congreso, al afear a ERC su pacto con el gobierno para alargar un
poco más el estado de alarma, con el argumento de que “es dar algo a cambio de
nada”. La protección de la población contra una pandemia masacrante no sería
nada. Si el gobierno de España quiere alguna cosa, la que sea, de Cataluña, solo
es admisible dársela a cambio de concesiones en lo que sigue siendo el monotema
de la política “nostrada”, el prusesismo.
El candor en la expresión y la simplicidad en el mecanismo mental separa a Borràs de otras heroínas actuales de nuestras derechas inmortales e
insomnes: pongamos que hablo de Cayetana Álvarez de Toledo, Rocío Monasterio,
la jueza Carmen Rodríguez-Medel o, más lejana en lo geográfico pero más próxima
en lo sentimental a nuestra madonna Laura,
Clara Ponsatí, experta en destilar veneno por el colmillo retorcido.
Las citadas, a las
que podría añadirse alguna más, componen un catálogo surtido de Hadas Maléficas
modelo Disney. La Borràs, la Budó, la Artadi, la Vergés, y en otras latitudes
Isabel Díaz Ayuso, no pasan, en comparación, de la categoría de las acelgas mustias,
las bledes assolellades. Repiten como
cacatúas (la comparación es muy actual, y afortunada) las consignas que les
llegan a través de argumentarios en los que todo está escrito en un cuerpo de
letra extra grande, para que no se equivoquen. Que no les pase como a la
anterior generación de “rubias”, Cospedal, Aguirre y Cifuentes, que presumían
de estudios pero se trabucaban ya en el primer renglón de la parrafada.
Me dirán que mi
comentario está sesgado, que no cito a ninguna babosa en el campo de la izquierda,
y haberlas, haylas. Puede, no digo que no. Búsquenlas como lo hacía Diógenes,
enarbolando un farol encendido y a mediodía. No pondré la mano en el fuego de que no encuentren
nada que criticar; pero lo que constato, y valga esto de homenaje a todas ellas,
es que nuestras protagonistas femeninas de la izquierda se lo han currado
ampliamente.