Napoleón Bonaparte abucheado el 18 de
Brumario en Saint-Cloud tras disolver el Consejo de Ancianos, pintura de
François Bouchot.
Esta es una coyuntura
política sembrada de paradojas, en la cual quienes acusan al gobierno de
bonapartismo están intentando por todos los medios torpedear la acción (democrática,
no bonapartista) de este gobierno, con ánimo de volver al cómodo trantrán anterior,
guiado por el gobierno menos participativo y democrático de toda nuestra joven y frágil democracia.
Son los oligarcas
quienes más gritan en reclamación de los derechos democráticos de todos, y lo
hacen desde el mismo punto de vista con el que el conde de Romanones defendía
la reforma agraria, a saber: “entre lo que ya tengo y lo que me toca en el reparto…”
Así, por ejemplo,
don Florentino Pérez ya ha reclamado del Estado la indemnización correspondiente
a ACS por las pérdidas sufridas por las autopistas (ya rescatadas antes con
dinero público), debidas al descenso en la circulación de vehículos. Don
Florentino es siempre ejemplar en sus posicionamientos. Es el indicador más
claro de por dónde soplan los vientos del capital. Ahora mismo, por el llamado “efecto
Mateo” (del nombre del evangelista), quienes tienen más “talentos” en plata de
ley se han puesto en el primer lugar de la cola del Señor con la intención de
recibir en consonancia; en tanto que los más desfavorecidos están siendo
empujados a los últimos lugares de la fila, desde donde solo pueden esperar a ser
arrojados más pronto que tarde a las tinieblas exteriores.
El gobierno está
trabajando de firme para evitar que tal cosa ocurra. Tiene que luchar no solo
con las tremendas dificultades de la situación, sino con una avalancha de bulos
y de fakes ideados en su contra. Los bulos y los fakes solo se pueden combatir
desmintiéndolos uno por uno, con datos ciertos y fiables.
Tiene también que
luchar el gobierno con esas acusaciones impertinentes de bonapartismo, que a
veces llegan también desde el teórico campo de la izquierda (caso reciente de
Josep Ramoneda). El Bizco Pardal, lectura siempre recomendable, truena esta
mañana desde el desierto de los tártaros sobre esta cuestión.
Pero no es tronando
contra quienes acusan como se resuelve el problema, sino con datos ciertos y
fiables de que tales acusaciones son infundios. Más democracia contra el bulo,
ese es el único camino para abrirse paso entre una maraña de fakes.
Si estamos afónicos
de tanto repetir que de esta solo podremos salir todos juntos, y que exigimos
(nosotros) ser tenidos en cuenta en la solución, habremos de alejar entre todos
también el fantasma del bonapartismo, como cualquier otro fantasma que la
derecha eterna utiliza como palanca para desestabilizar a un gobierno que es
nuestra mejor garantía de que la salida de la nueva crisis no se hará sobre
nuestras espaldas, como ocurrió la vez anterior.