La ministra de Economía Nadia Calviño. Foto, Expansión.
Es una buena
noticia la reunión de CEPES, es decir la Confederación Empresarial Española de
la Economía Social, con la ministra de Economía Nadia Calviño, y la sintonía constatada en dicha reunión en cuanto a la importancia del llamado “tercer sector” para
una salida de la crisis económica, no en el sentido de una “reconstrucción” de
lo que había antes, sino de innovación en una dirección distinta.
No todos los
entresijos de la reconstrucción/innovación de la economía van a poder resolverse
desde la atalaya de las distintas confederalidades concurrentes: la empresarial stricto sensu, la sindical ídem de ídem,
y la gubernamental que de algún modo engloba y resume a las otras dos. (No entro aquí en la conveniencia o no de la presencia de los partidos políticos parlamentarios, ya que algunos solo desearían sentarse a esa mesa para reventar los consensos.)
Quedarán, en el mejor de los casos, flecos por
resolver. Uno de ellos está ejemplificado en el problema Nissan, y es el caso de
un comportamiento frecuente en el capital “peregrino” cuando llega a la posada
nacional: entra dando voces, pasa por delante del resto de comensales, exige
manteles nuevos, cubertería de plata, servicio impecable, manjares escogidos,
vinos de añada; y después de repartir sonrisas a la concurrencia y de prometer
propinas generosas, se larga de pronto dejando la cuenta sin pagar.
Otro fleco puede
estar ejemplificado en la economía de los cuidados, que es una economía tan
absolutamente sumergida que no se le supone ningún valor en términos de PIB,
ningún coste más allá de un nebuloso voluntariado social, y en consecuencia ninguna
remuneración debida.
El ingreso mínimo
vital, que se aprobará al parecer este viernes, será un alivio a esa situación insostenible;
pero un alivio no es un reconocimiento. Los cuidados deben entrar con paso
firme en la economía emergida, desde el momento en que responden a una
necesidad en gran medida nueva y creciente, ligada al crecimiento de la
esperanza de vida y a la calidad de la
vida en sus etapas postreras.
Y finalmente, un
tercer fleco de visibilidad difícil puede ser el del funcionamiento de la
economía social y solidaria, las cooperativas y las sociedades anónimas
laborales. El sector debe crecer y fortalecerse en el contexto más amplio de
imprimir una nueva dirección a las actividades económicas, para sustraerlas del
objetivo exclusivo del beneficio para el accionista (con esa crudeza lo planteó
Milton Friedman) y atender de preferencia a la utilidad social del trabajo.
La
ministra Calviño escuchó a la CEPES y coincidió en la importancia de encontrar
vías de financiación, de protección legal y de expansión de las cooperativas
ligadas a un territorio y a una comunidad de personas. Será una forma de
recuperar riqueza, biodiversidad, sinergias y empleo fijo, en geografías hoy abandonadas de nuestro territorio.
Urge enhebrar el
hilo adecuado en esa aguja.