Isabel Díaz Ayuso y Teodoro
García Egea, en una imagen distópica.
Teodoro García Egea,
uno de los escuderos más cualificados del líder popular Pablo Casado, sospecha que
todo lo que está montando el gobierno de Sánchez se debe a su “odio” a la
Comunidad de Madrid. A don Teodoro, hombre sin duda ecuánime y templado, le
duele en el alma que el gobierno dedique más tiempo “a atacar e insultar al PP”
que a combatir el virus. Habida cuenta, sobre todo ─sigue diciendo el dirigente
popular─, que estamos ante el gobierno “más incompetente, numeroso y con
ministros de menor valor añadido de la democracia”.
Bien dicho, don
Teodoro. El movimiento se demuestra andando. Propuestas, propuestas,
propuestas, y nada de insultar al rival político.
Consecuente con la
idea de fondo de que, llevando el confinamiento al “abuso”, Sánchez gana
treinta días pero España pierde un mes, la presidenta Isabel Díaz Ayuso intenta
tramitar el paso de la “odiada” Comunidad de Madrid, no a la Fase 1, sino
directamente a la Fase 2.
Ayuso tiene en
mente un programa para salir de la crisis y encabezar una nueva prosperidad. El
retraso de un mes en la puesta en marcha de ese programa esencial podría
suponer un quebranto irrecuperable de la Economía con mayúscula. Voces de
muerte suenan cerca del río Manzanares, afirmando que es forzoso convivir con
la pandemia. Puede que algunos pusilánimes se mueran en esta coyuntura crucial,
en la que España espera lo mejor de sus hijos e hijas. Allá los muertos con su irresponsabilidad.
¿No llevamos diez años conviviendo con el sida? Nos lo ha preguntado desde la
pantalla amiga la popular (en ambos sentidos) comunicadora Ana Rosa Quintana.
Conviene detenerse
un momento en el plan de emergencia económica que ha esbozado Ayuso ante los
medios. Estas son sus propuestas: liberar más terreno edificable en la capital,
para convertir de nuevo a la construcción en la locomotora de los negocios;
veto a cualquier tope respecto de los alquileres; bajada general de impuestos a
la renta y a las sociedades; y más ayudas estatales a la sanidad privada, para
ponerla en mejores condiciones en caso de recaídas en la pandemia.
Un programa
sencillo y comprensible. A nadie se le había ocurrido antes, y no se sabe por
qué. Algo así desatascaría de inmediato las dificultades y convertiría la
desescalada en un hermoso tobogán de parque acuático. Europa nos adoraría. El
barrio de Salamanca recuperaría de golpe su prístina alegría de vivir.
¿Por qué, por qué,
por qué, entonces, les odia tanto Pedro Sánchez?