Mare de Déu de Montserrat, patrona de Catalunya
Per
ço que hage bon fondament
nostre sermó,
digats ab gran devoció:
Ave Maria.
Consell-vos que de tot lo dia
no en digats pus.
(Bernat Metge, Sermó)
Sandro Rosell,
florón de la burguesía moderna catalana, ex president del Barça y ex
presidiario, ha hecho una declaración "ostentórea": él votaría la independencia de
Catalunya, pero si ganaran los suyos, se iría a otro lado.
Puede parecer una
incoherencia, y no: es un estilo de vida. Puede parecer una anécdota, y no: es
una categoría. La burguesía catalana nunca ha tenido el corazón en el mismo lado
de la cartera: desde siempre ha guardado ambas cosas convenientemente
archivadas en dossiers diferenciados y separados por compartimientos absolutamente
estancos.
El sentiment por un lado, la pela por otro. No mezclar jamás las dos
cosas. El patriarca de la tribu dio el ejemplo: de un lado el pati dels tarongers, del otro las
cuentas opacas en Andorra.
La constatación
lleva a una consecuencia poco agradable: esa independencia tan anhelada, ese
impulso ascensional de un sentimiento sin barreras, no tiene ninguna finalidad
práctica: consiste, en metáfora, en colocar la patria en una vitrina o
entronizarla en un altar donde sea muy visible pero no se mezcle para nada en
las cuestiones de orden utilitario, y menos que en ninguna otra, en las
cuestiones relacionadas con el negoci, con
las finanzas. Para las finanzas no hay patria que valga: cada cual en su casa,
y la Moreneta en la de todos, eso sí, entronizada en un lugar destacado del
salón.
Una Patria solo aparente,
estratégicamente colocada donde las visitas puedan captarla al primer golpe de
vista; pero sobre la que sería de muy mal gusto discutir.